El 10 de mayo siempre ha marcado para mí un día de resonancias complejas. A pesar de tener una madre biológica, nuestra relación nunca se configuró bajo los términos convencionales de lo maternofilial. Más bien, en nuestras interacciones tempranas, ella asumía el papel de una hermana mayor; primero ella, luego yo, hasta que la separación se volvió total. Mi abuela materna, tras su propio conflicto emocional al enfrentarse al embarazo adolescente de mi madre, inicialmente se resistió a aceptarme. Esta reticencia inicial, aunque comprensible por el dolor que le causaba, eventualmente cedió, y optó por adoptar el rol de la madre que yo no tenía. Sin embargo, y aquí radica la paradoja más dolorosa, mi abuela nunca logró materializar plenamente ese rol maternal. Lo intentó, lo sé, pero la maternidad es a veces un anhelo más que una capacidad.
La aceptación de mi orfandad emocional fue el catalizador de mi proceso de rematernización. Reconocí que, aunque criada sin madre (ni padre), ahora me encontraba armada con herramientas y una conciencia aguda de los afectos y carencias de mi infancia. Decidí entonces tomar control de mi reconstrucción emocional, identificando momentos y situaciones en que la ausencia de una figura materna me dejó más vulnerable. Catalogué estos momentos, destilándolos en una lista de acciones específicas para abordar y reparar cada carencia identificada.
El autocuidado emergió como un tema central, y desarrollé una serie de prácticas enfocadas no solo en mi bienestar físico, sino también en el emocional y espiritual. Integré la meditación y otras formas de contemplación, lo que me ha centrado y pacificado internamente. También aprendí a establecer límites saludables en mis relaciones lo que me permitió distanciarme de dinámicas tóxicas y acercarme a individuos que enriquecen genuinamente mi vida.
El reconocimiento de la necesidad de estos límites fue crucial para mi crecimiento personal. Paralelamente, me aventuré en nuevas formas de expresión artística y escritural, encontrando en ellas un canal terapéutico y una voz que antes creía perdida. Descubrí que puedo fungir como mi propia madre, proveyéndome del amor y apoyo que mi infancia no me ofreció.
La rematernización, entiendo ahora, es un proceso continuo; no solo un acto de reparación, sino la creación de algo enteramente nuevo y auténticamente propio, que refleja mi identidad actual y mis aspiraciones futuras. Este camino hacia la autodefinición no es fácil y está plagado de altibajos, pero cada paso adelante me acerca más a la mujer que elijo ser.
Este proceso de autoconstrucción materna es, en esencia, un acto radical de amor propio y una poderosa afirmación de mi valía y mi capacidad para no solo curar las heridas pasadas, sino también para edificar un futuro en el que emerjo como una mujer transformada.
Como nota, es importante aclarar que no albergo resentimientos hacia ninguna de las figuras maternas en mi vida. Mi amor por ellas ha evolucionado, al igual que yo. Las relaciones se han transformado; amamos desde otro lugar. He dialogado abiertamente con ellas, especialmente con mi abuela. Estamos en paz.
Finalmente, mi más sincera felicitación a todas las personas que ejercen su maternidad desde distintos lugares.
Te comparto el diálogo que más me gusta de Poor Things:
Did I have a baby in me?
And if so, where is it?
I see.
Well, technically, you are your baby.
And also, I suppose you are your mother.
And also neither.
No memory survives.
No experiences survive.
What do you mean I am mother and daughter?
You knew and did not tell.
Y ya, nada más que decir en esta entrega de #TraficantedeIdeas.
Me sentí identificada. Por alguna razón, mi madre puso una barrera emocional entre nosotras cuando iniciaba mi adolescencia, no la juzgo, familiarmente, estábamos enfrentando la enfermedad de mi papá y una mala situación económica. Aunque tenía a mis padres, estaba huérfana al mismo tiempo, ella me hizo mucha falta, hasta la fecha, pero su ausencia emocional, me hizo una persona independiente, resiliente, valiente.
Me gusta la idea de maternarse una misma, gracias por compartir.